viernes, 4 de junio de 2010

Karl Popper IV

(Con SA abreviamos Sociedad Abierta , y las citas son del libro La Sociedad Abierta y Sus Enemigos (LSA))


Hemos dicho que Popper basaba la opción por la SA (y la consecuente interpretación histórica en términos antinómicos Sociedad Abierta/Sociedad Cerrada) en la ahistoricidad de la razón y de la postura racionalista. El racionalismo como postura delimitada y entendida más o menos de la misma forma durante la historia, y la opción por la SA en el fondo es una opción por la razón.

Sin embargo, en el capítulo “La filosofía oracular y la rebelión contra la razón” (capítulo 22 del libro), Popper no deja de aclarar que tal opción por lo racional, está basada en una decisión irracional. En un ejemplo de pensamiento autorreflexivo (de alguien que propone una moral y reconoce sus límites), Popper reconoce el fundamento irracional de la razón. En la página 398 leemos: “… todo aquel que adopte la actitud racionalista lo hará porque ya ha adoptado previamente, sin ningún razonamiento algún supuesto, decisión, creencia, hábito o conducta que caen dentro de los límites de lo irracional. Sea ello lo que fuere, podríamos darle el nombre de fe irracional en la razón”.
Y constantemente el autor recuerda este fundamento de su postura racionalista. Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior ¿qué le hace decidir a Popper a favor de la razón como algo valioso que mantener? La respuesta que da el autor de LSA es intentar justificar la opción racionalista desde el funcionalismo moral que posee dicha opción. Popper declara que “el racionalismo se halla íntimamente relacionado con la creencia en la unidad del género humano” (pg. 399).
Por esta opinión, Popper opta por colocarse del lado de la razón, por considerar que una actitud racional sólo puede realizarse de acuerdo con una moral del igualitarismo.
Por contraposición, el filósofo vienés declara que el irracionalismo carece de tal garantía moral. Pg. 399 “el irracionalismo (…) puede darse en combinación con cualquier tipo de creencia, incluyendo la fe en la hermandad de los hombres; pero el hecho de que pueda combinarse fácilmente con otro credo completamente distinto, y, especialmente, el que se preste fácilmente al apoyo de una creencia romántica en la existencia de un cuerpo elegido, de una división de los hombres en conductores y conducidos, en amos y esclavos naturales, nos demuestra claramente que la decisión entre el irracionalismo y el racionalismo es una decisión moral”.
De esta forma Popper fundamente la opción racional por considerar que el racionalismo (al estar emparentado con el credo igualitario) no podrá resultar funcional a cualquier tentativa anti igualitaria; según este enfoque la razón no podrá ser utilizada para la justificación de los órdenes totalitarios (cosa que si ocurría con el historicismo).
El punto de partida de mi crítica a ESTE racionalismo es el énfasis desmesurado en la dimensión moral del racionalismo. En primer lugar, no creo que la característica del racionalismo sea su partido moral; tampoco la característica del racionalismo es una forma de discutir que le es propia a dicha postura. (Leamos lo que Popper señalaba acerca de la actitud racional: (pg. 392) “el racionalismo es una actitud en que predomina la disposición a escuchar los argumentos críticos y a aprender de la experiencia. Fundamentalmente consiste en admitir que “yo puedo estar equivocado y tú puedes tener razón y, con un esfuerzo, podemos acercarnos los dos a la verdad””. Eso yo, en particular, no lo llamo racionalismo en el sentido habitual de la palabra. Prefiero nombrarlo como “principio del conocimiento colectivo”, o “principio de la discusión colectiva”. Sea la nomenclatura que le demos a esa actitud, dicho comportamiento es de alguien que busca construir su conocimiento junto a otras personas (conocimiento no necesariamente racional).
Si queremos caracterizar el racionalismo desde lo que usualmente se entendemos por razón (y la definición que da Popper de racionalismo es bastante intuitiva), debemos prestar atención a que en nuestra habla cotidiana aunque la razón parece pegada a las actitudes señaladas en el párrafo anterior, también se identifica muy fuertemente al racionalismo con un método de planificación, de economía de los gastos, de maximización de beneficios, de optimización de ganancias y resultados. Ordinariamente se reconocen asociados al racionalismo una actitud moral racional, pero también un método de acción racional; y además, no es necesario cumplir con esa moral y aplicar ese método para ser tildado de razonable. Tranquilamente puede disociarse el asumir esa moral racional y el aplicar el método racional. Ese método racional puede aplicarse sin necesidad de la moral igualitaria que Popper considera propia de la razón. Y de hecho así ha ocurrido.
Michel Foucault en la década de 1980, señalaba que “la relación entre racionalización y excesos de poder político es evidente. No necesitamos remitirnos a la burocracia o a los campos de concentración para reconocer tales problemas”. Estos dos ejemplos, la burocracia (la que Kafka describe en sus cuentos o la soviética, por ejemplo) y los campos de concentración (con su matanza planificada, y no olvidemos los experimentos médicos realizados por los científicos nazis.), estos dos ejemplos, son muestras de sistemas racionales de acción que no se valen precisamente de la moral que Popper reclama para la razón; En los casos citados antes, aunque no estaba presente esta moral igualitaria, la razón estaba actuando, el racionalismo estaba teniendo un papel importante en la planificación de estas formas de organización (la burocracia y los campos de concentración). Incluso, actualmente estamos viendo actitudes y enfoques racionales en la extracción compulsiva de petróleo, la masividad y productividad de los monocultivos, la tala del amazonas, etc. Todo esto es consecuencia de métodos enteramente racionales (la escuela de Frankfurt denominó a esto “razón instrumental”). Y estas técnicas racionales no tienen contacto con aquella moral con que Popper vindicaba a la razón.
La segunda crítica en esta línea, es que la razón no sólo procede de modo antigualitario en las prácticas propias: también puede justificar órdenes totalitarios.
Analicemos un caso (no dispongo de las lecturas para dar más ejemplos). En 1784, Kant publicó en un periódico un artículo titulado “¿Qué es la Ilustración?”. Allí el filósofo alemán define a la Ilustración como una nueva etapa en la historia de la humanidad, etapa caracterizada por la llegada del hombre a un momento de madurez por medio del uso libre de su razón.
En este texto, Emmanuel Kant distinguía dos usos de la razón: el “uso público de la razón” y el “uso privado de la razón”; y encuentra que estos dos usos de la razón deben regirse por principios diferentes. “El uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producirla ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración” escribe Kant.
Kant denominaba “uso público de la razón” aquel uso que alguien hace de su raciocinio en cuanto docto: es decir, aquel raciocinio que alguien hace en tanto ser pensante integrante de una comunidad. Una especie de uso de la razón permitido por el “derecho a voz” que otorga el pertenecer a una comunidad y por el estar capacitado para dirigirse y opinar ante la misma. En cambio, el uso privado de la razón, es aquel raciocinio utilizado en el cumplimiento de una obligación que se le confía a un determinado individuo. “En muchas ocupaciones –señala Kant- concernientes al interés de la comunidad son necesarios ciertos mecanismos, por medio de los cuales algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo, para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los dirija hacia fines públicos, o al menos, para que se limite la destrucción de los mismos. Como es natural, en este caso no es permitido razonar, sino que se necesita obedecer”.
Esto, señala Foucault, “es lo contrario, término por término, de lo que ordinariamente se denomina la libertad de conciencia”. Es también interesante notar que el uso de la razón que según Kant se debe permitir, (esto es, el uso público de la razón) es aquel que una persona realiza en tanto integrante de una “comunidad íntegra”; mientras que el “uso privado” que Kant aconseja limitar, que es precisamente el uso que más individualiza. Vemos como aquí el racionalismo kantiano queda pegado a un principio de tintes colectivista.
El más conocido racionalista del siglo XX, Bertrand Russell, señalaba acerca del anarquismo del pensamiento “¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces ¿Qué será de nosotros los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces ¿Qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces ¿que será de la disciplina militar?” (Russell lo hacía de un modo irónico, de hecho él veía con agrado el quiebre de las morales, de lo militar, etc.). Respecto a esto, vimos como Kant afirmaba que “sería muy peligroso si un oficial, que debe obedecer al superior, se pusiera a argumentar en voz alta, estando de servicio, acerca de la conveniencia o inutilidad de la orden recibida. TIENE QUE OBEDECER”. Aunque Kant inmediatamente señala que el oficial puede plantear al público sus quejas, sólo puede hacerlo en cuanto “docto”, es decir, en cuanto persona con capacidad de raciocinio y perteneciente a una sociedad hacia la cual se puede dirigir. Pero en el momento de mayor individualidad, en el momento de hacerse cargo de su práctica cotidiana, al momento de tomar riendas de sus actitudes, en ese momento, por tener relegadas responsabilidades, debe ser obediente.
Con esta exposición de la opinión expresada por Kant en el artículo “Qué es la ilustración” quise dar un contraejemplo a aquello señalado por Popper de que el racionalismo a diferencia del irracionalismo puede evitar quedar pegado a ideas antigualitarias.
Aunque no conseguí demostrar que el texto de Kant expusiera una óptica antigualitaria (probablemente Kant tenía una concepción igualitaria de la humanidad), si es un texto colectivista y anti individualista (en los términos en que hoy entendemos el individualismo, que para Popper era una idea ahistórica). Y además, el texto de Kant, apunta fuertemente a una visión organicista de la sociedad (lo que demuestra que la idea organicista no es sólo de los totalitarios).
Por todo lo anterior me permito afirmas que la relación de la razón y el igualitarismo es más difusa que la forma en que Popper la planteaba en La Sociedad Abierta. Ese colectivismo y organicismo que reconocimos en Kant está a un paso (que puede darse con suma facilidad sin dar lugar a contradicciones) de una visión totalitaria.

Resumamos nuestros señalamientos al racionalismo de Popper. Popper intenta fundamentar la elección por lo racional aduciendo que el racionalismo (a diferencia del irracionalismo) tiene un componente moral igualitario. Y que ese componente moral permite salvaguardar a la razón de quedar pegada a ideas totalitarias.
Vimos que la razón tal como la concebimos, está asociada a un componente actitudinal de respeto a las opiniones (esto es, el igualitarismo), pero también está relacionada con un sistema de acción: y se puede tomas acciones racionales y anti igualitarias al mismo tiempo. Esa moral no es una condición sine cuan non se puede ser racional.
En segundo lugar vimos, tomando como ejemplo a Kant, un caso concreto de una moral racional colectivista y organicista (dos principios que Popper rechazaba. Hablaba del “colectivismo platonizante de Hegel” pg. 283). Todo muy cercano al totalitarismo.

¿Cuál fue (a mi criterio) el error de Popper en cuanto a su racionalismo? Me parece que no supo reconocer (distinguir) que en nuestras vidas cotidianas hay una diferencia bastante marcada entre actitud racional y proceder racional. Y ambas cosas son y pueden ser realizadas separadamente por alguien guiado por la razón. La razón no tiene una moral unívocamente determinada... y por eso la definición ensayada por Popper, de definir a la razón en términos morales, termina por resultar insuficiente... la racionalidad y la razón, distan de ser únicas y unificables...

Los textos que trabajé (además de La Sociedad Abierta) son:
"El Sujeto y el Poder" de Michel Foucault;
"Qué es la Ilustración" Emanuel Kant;
Extracto de "Principios de la Reconstrucción Social"
de Bertrand Russell.



Un pollito y su discurso irracional...

Odiseo Blabla

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